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sábado, 27 de febrero de 2021

POEMA: EL LIMONERO DEL SEÑOR

Poema: El Limonero del Señor


Cuando el Nazareno fue llevado a Caracas la población lo recibió con gran veneración y fue llevado a la Capilla de San Pablo en 1674, evidentemente de ahí proviene el nombre de Nazareno de San Pablo.

 

Una terrible epidemia azotó a Caracas para el año 1597, y durante la peregrinación la corona de espina del Nazareno queda enredada con unas ramas de un árbol y cae un racimo de limones a su paso, los devotos recogieron los limones y muchos enfermos comenzaron a sanar luego de beber el ácido jugo de los frutos que tocó la imagen.

 

En 1880 el entonces presidente, Guzmán Blanco, ordenó la destrucción de la Capilla de San Pablo, para dar paso al teatro municipal, trasladando la imagen a la Basílica de Santa Teresa donde desde entonces es adorada por miles de feligreses.

 

En ese entonces para rendirle tributo, el famoso poeta venezolano Andrés Eloy Blanco dedicó un hermoso poema que relata no solo la adoración hacia el Nazareno, sino la mágica creencia que representa la peregrinación para el pueblo que año tras año fervientemente recorre las calles de la ciudad tras la milagrosa imagen. Disfruta de este trascendental poema:

 

El limonero del Señor

 

En la esquina de Miracielos

agoniza la tradición.

¿Qué mano avara cortaría

el limonero del Señor...?

Miracielos; casuchas nuevas,

con descrédito del color;

antaño hubiera allí una tapia

Y una arboleda y un portón.

 

Calle de piedra; el reflejo

encalambrado de un farol;

hacia la sombra, el aguafuerte

abocetada de un balcón,

a cuya vera se bajara,

para hacer guiños al amor,

el embozo de Guzmán Blanco

En algún lance de ocasión.

 

En el corral está sembrado,

junto al muro, junto al portón,

y por encima de la tapia

hacia la calle descolgó

un gajo verde y amarillo

el limonero del Señor.

Cuentan que en pascua lo sembrara,

el año quince, un español,

y cada dueño de la siembra

de sus racimos exprimió

la limonada con azúcar

Para el día de San Simón.

 

Por la esquina de Miracielos,

en sus miércoles de dolor,

el Nazareno de San Pablo

Pasaba siempre en procesión.

 

Y llegó el año de la peste;

moría el pueblo bajo el sol;

con su cortejo de enlutados

pasaba al trote algún doctor

y en un hartazgo dilataba

su puerta «Los Hijos de Dios».

 

La Terapéutica era inútil;

andaba el Viático al vapor

Y por exceso de trabajo

se abreviaba la absolución.

 

Y pasó el Domingo de Ramos

y fue el Miércoles del Dolor

cuando, apestada y sollozante,

la muchedumbre en oración,

desde el claustro de San Felipe

hasta San Pablo, se agolpó.

 

Un aguacero de plegarias

asordó la Puerta Mayor

y el Nazareno de San Pablo

salió otra vez en procesión.

En el azul del empedrado

regaba flores el fervor;

banderolas en las paredes,

candilejas en el balcón,

el canelón y el miriñaque

el garrasí y el quitasol;

un predominio de morado

de incienso y de genuflexión.

 

—¡Oh, Señor, Dios de los Ejércitos.

La peste aléjanos, Señor...!

 

En la esquina de Miracielos

hubo una breve oscilación;

los portadores de las andas

se detuvieron; Monseñor

el Arzobispo, alzó los ojos

hacia la Cruz; la Cruz de Dios,

al pasar bajo el limonero,

entre sus gajos se enredó.

Sobre la frente del Mesías

hubo un rebote de verdor

y entre sus rizos tembló el oro

amarillo de la sazón.

 

De lo profundo del cortejo

partió la flecha de una voz:

—¡Milagro...! ¡Es bálsamo, cristianos,

el limonero del Señor...!

 

Y veinte manos arrancaban

la cosecha de curación

que en la esquina de Miracielos

de los cielos enviaba Dios.

Y se curaron los pestosos

bebiendo el ácido licor

con agua clara de Catuche,

entre oración y oración.

 

Miracielos: casuchas nuevas;

la tapia desapareció.

¿Qué mano avara cortaría

el limonero del Señor...?

¿Golpe de sordo mercachifle

o competencia de Doctor

o despecho de boticario

u ornamento de la población...?

 

El Nazareno de San Pablo

tuvo una casa y la perdió

y tuvo un patio y una tapia

y un limonero y un portón.

¡Malhaya el golpe que cortara

el limonero del Señor...!

 

¡Mal haya el sino de esa mano

que desgajó la tradición...!

Quizá en su tumba un limonero

floreció un día de Pasión

y una nueva nevada de azahares

sobre la cruz desmigajó,

como lo hiciera aquella tarde

sobre la Cruz en procesión,

en la esquina de Miracielos,

¡el limonero del Señor...!

 

Es tanta la devoción que la población le tiene al Nazareno, que cada miércoles santo de cada año se movilizan cientos de personas, de diversos rincones del país para pagar su promesa. 

Muchos aseguran haber recibido milagros del Santo, al que, en la época colonial, se le atribuyó la salvación de centenares de víctimas que padecían fiebre amarilla o vomito negro, desde entonces a esta historia se le denomina “El Limonero del Señor”, historia que también tiene referencia en la ferviente obra del poeta Andrés Eloy Blanco. 

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