Influencia española del dólar
Muy pocos norteamericanos saben que su moneda posee origen español. El llamado real de a ocho, o también peso duro o simplemente
duro, fue la moneda más importante del Imperio español y del mundo en su época.Fue una
moneda con un peso de 27 gramos de plata, y en su reverso figuraban las columnas
de Hércules y el plus ultra, el lema de España.
Las
columnas representaban a Gibraltar y Ceuta, los dos peñones que delimitaron el
final del mundo conocido hasta las postrimerías del siglo XV.
Cuando el
mítico Hércules ejecutó uno de sus famosos trabajos, el mundo terminaba ahí,
era el non terrae plus ultra, pero España lo desbordó con el descubrimiento de
América, y por eso Carlos V acuñó para España el lema de “plus
ultra”.
Los reales
de a ocho fueron conocidos como “taleros”, por su parecido con la recia moneda
austríaca “thaler”, acuñada en Bohemia, también en el territorio imperial de
Carlos V, pero tenía mucha menor distribución.
El real de a ocho español se acuñaba en la Ceca o Casa de la moneda de México,
el metal procedía de los yacimientos mexicanos de Zacatecas o Guanajuato, y de
las riquísimas minas de Potosí, en Bolivia, prácticamente una montaña maciza de
plata, el mayor yacimiento argentífero que haya existido jamás.
La tentación de los galeones que transportaban monedas
Tras la
conquista de México y Perú, los reales de a 8 se acuñaban en América con la
denominación de real español y se transportaban a granel hacia España, haciendo
este transporte un objetivo tentador para los piratas y corsarios del mar.
Por otra
parte, su uso también se extendió por el sudeste asiático, pues el Galeón de
Manila transportaba periódicamente plata en monedas desde México hasta Manila,
en las Filipinas, donde debía intercambiarse por mercancías chinas y filipinas
en tanto la plata era la única mercancía extranjera que China aceptaba como
pago.
En el
comercio oriental, los reales de a 8 españoles fueron a menudo estampados con
caracteres chinos, que indicaban que se trataba de monedas originales.
Estos galeones
o navíos levantaban la codicia de los piratas del Caribe y el Atlántico, cuyo
sueño era hacerse con el botín de un galeón español atiborrado de estas
monedas.
El último
aflorado, el Nuestra Señora de las Mercedes, rescatado por la polémica
compañía Odyssey,
transportaba 574.000 monedas de reales de a ocho, una verdadera fortuna.
La primera moneda de uso universal
Los reales
de a ocho fueron la primera divisa universal, porque no solo
circulaban en Europa y en América, sino también en Asia.
El
famoso Galeón de Manila español, que hacía un trayecto anual
entre México y Filipinas, la que puede ser la primera globalización comercial,
transportaba estas monedas para cambiarlas por los productos exóticos del
Oriente como sedas, porcelanas o mantones de Manila, y la moneda española,
aceptada y apreciada por los comerciantes de todo el mundo, llegaba así a
muchos rincones del Oriente.
De hecho,
los comerciantes chinos solo aceptaban estos pesos españoles de plata a cambio
de sus mercancías.
Pero
también circulaba la moneda española en las Trece Colonias británicas de
América del Norte, mucho antes de que declararan su independencia.
De real de a ocho a spanish dollar
Por la
dificultad de las navegaciones llegaban pocas libras esterlinas a las colonias,
y era mucho más fácil surtirse de los cercanos y acreditados reales de a ocho
acuñados en México que de libras inglesas, de modo que en las Trece
Colonias la moneda española circulaba normalmente.
Cuando
llegó el momento de la emancipación de las colonias, los flamantes Estados
Unidos repudiaron formalmente la moneda británica y se vieron en la necesidad
de acuñar moneda propia.
Pero
resultaba difícil introducir en el comercio un valor nuevo, y por ello se
recurrió al que entonces lo poseía en grado superlativo en todo el mundo: el
peso duro, la moneda española real de a ocho, la referencia monetaria
indiscutible.
Había
muchas de estas monedas en circulación en las Trece Colonias, y tenían la
garantía de su prestigio y de su depurado contenido de plata, de modo que el
real de a ocho de la monarquía española se convirtió en la base de la moneda de
los Estados.
La notable moneda española fue conocida
primero como “spanish thaler”, pasando después a “spanish daller”, y más tarde
a “spanish dollar”, reducido más tarde a simplemente dólar.
La paridad
del dólar americano fue unida oficialmente a la moneda española, y el “spanish
dollar”, llamado así durante mucho tiempo, convivió durante largos años con el “dollar”
americano.
Una convivencia monetaria con ventaja
Ambas
monedas, la americana y la española, circulaban por igual y con el mismo valor
en los Estados Unidos, y por cierto que sus ciudadanos, siendo
idéntico el valor nominal, preferían con mucho los pesos o duros españoles que
los nuevos dólares americanos, porque los españoles tenían más prestigio y
mayor contenido físico de plata.
La moneda
española estuvo vigente en Estados Unidos hasta el año 1857, cuando se prohibió
su uso. Mientras que circuló en los EE. UU. el real de a 8 tuvo el valor de un
dólar.
Como
curiosidad cabe indicar, por ejemplo, que el precio de las acciones en el
mercado de valores de los Estados Unidos denominado en octavos de dólar perduró
hasta el 24 de junio de 1997 cuando la Bolsa de Nueva York convirtió dicha
denominación a dieciseisavos de dólar, aunque poco después se pasó a la
notación decimal.
Las primeras monedas norteamericanas
En cuanto
al signo del dólar ($), las barras (que por lo común se colocan dos
barras verticales y no una) provienen, según la opinión más extendida, de las
dos columnas de Hércules de la pieza española, pero un poco más finas.
De hecho,
cuando surgieron las primeras monedas acuñadas por Estados Unidos, se les
denominó también “pillar-dollar”, por los dos pilares o columnas de Hércules.
Y en cuanto
a la S, según la versión más generalizada se trata de una abreviatura de la
palabra “peso”, como era llamado el real de a ocho, con la P y la S
superpuestas.
En
conclusión, que la archiconocida moneda estadounidense tiene su inequívoco
origen en la vieja moneda española. Un capítulo más del legado de
España en Norteamérica.
Fuente: Tomado y adaptado de Borja
Cardelús, Hispanista y escritor
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